El temor al “voto cringe” y la historia política de Karen Reichardt


Javier Gerardo Milei llegó exultante, este miércoles, a Mar del Plata. Había tenido la noche anterior su recital en el Movistar Arena. Como una banda de rock legendaria que vuelve a encontrarse para dar un recital, así vivió el Presidente la presentación de “La Banda Presidencial”, la conformación musical donde se reúnen los hermanos Benegas Lynch, un biógrafo de Milei y la inseparable Lilia Lemoine, diputada nacional y corista.

Fue una inyección de ánimo que el Milei auténtico necesitaba: sus más cercanos lo veían atribulado con la necesidad de meterse en la rosca política de las mesas nacional y provincial de su partido, más la determinación de qué hacer con su amigo “El Profe”, José Luis Espert, quien terminó naufragando en la poca pericia para defenderse del affaire Fred Machado. El jefe de Estado cantó, gritó y hasta dio una charla “magistral” el martes a la noche en Villa Crespo y al día siguiente, voló hacia Mar del Plata.

Comenzó su jornada electoral con una primera dificultad: inaugurar una planta que hacee papas fritas, plato que detesta y que no permite que nadie en sus mesas la pida. Hizo “tabula rasa” con ese plato que lo altera y se dedicó a adoptar una nueva cercanía: con Diego César Santilli, el hombre elegido para llevar adelante la campaña bonaerense, tras la renuncia forzada de Espert.

En Mar del Plata, Milei se reunió con el intendente local Guillermo Montenegro (uno de los pocos que ganó en las elección bonaerense del 7 de septiembre) y lo llamaba permanentemente al nuevo candidato: “Colo, vení para acá”, “Colo, vení conmigo, foto acá”; repetía el Presidente en las instalaciones del Hotel Hermitage, todo bajo la celosa mirada de Karina Elizabeth Milei, quien no descuida detalles alrededor de su hermano. Los pedidos no eran un problema para el ahora ascendido candidato, quien tiene un perfil totalmente diferente al de Espert, economista de gesto adusto y mirada dura, y perfil muy antiperonista para una campaña en PBA. De hecho, luego de que el Presidente se fuera de la Ciudad Feliz, el “Colorado” se quedó con Montenegro hasta las 10 y media de la noche sacándose fotos de campaña con candidatos que iban desde Lobería o Ayacucho.

Todos en la comitiva oficial estaban bajo tensión pues el recorrido elegido para la caminata presidencial sobre la Avenida Güemes estaba siendo invadido por un grupo reducido -pero revoltoso- de militantes de izquierda y kirchneristas. Pero la demora para el arribo de Milei no fue por eso sino por una llamada muy relevante: Milei realizó una “call” desde MDQ con el ministro de Economía. Luis “Toto” Caputo lo puso al tanto al jefe de Estado de sus gestiones en Estados Unidos, donde “Toto” permanece desde el último sábado tratando de traer noticias y fondos frescos para la atribulada economía argentina.

En el medio del lío que era el Hotel Hermitage copado por los libertarios y dirigentes y militantes locales del PRO, alguien recordaba -no sin maldad- que mientras el Banco Central acumula una pérdida de más de 400 millones de dólares en los últimos días, la suba del oro -hoy cerca de los 4.000 dólares la onza-, fue tras una decisión estratégica tomada por Alfonso Prat-Gay en 2004, cuando incorporó oro al activo del BCRA, una jugada que hoy vuelve a cobrar relevancia.

Prat-Gay integra actualmente el directorio de la operadora argentina de Mercedes-Benz, la emblemática empresa alemana, pero no deja de mirar lo que sucede en la política y la economía argentina. Panic show, a plena luz del día…

En la Casa Rosada se respiraba otro aire, luego del acto de Milei donde cantó temas como “El rock del gato”. En el primer piso -donde tiene su despacho Karina Milei- se decía que “esto va a funcionar para nuestro núcleo duro, es como un volver a empezar de campaña”, según recitaba una funcionaria. Pero otros miembros del Gobierno -y del PRO, gente más clásica- optaban por utilizar una fase muy de moda: “me da cringe”.

Cringe significa sentir vergüenza ajena por el otro o la otra. El antiguo “me da vergüenza ajena” es el actual “me da cringe”. En quienes piensan en que vayan a votar al Gobierno -y que se ausentaron en las elecciones bonaerenses del 7 de septiembre-, comenzaron a circular opiniones sobre lo osado de la puesta en escena del Movistar Arena, donde hubo rock, fuegos artificiales y hasta el reemplazante de Espert en la presidencia de la Comisión de Presupuesto, tocando la batería, en medio del delicado momento económico. ATR…

El juez federal Alejo Ramos Padilla resolvió que, tras la renuncia de José Luis Espert, Karen Reichardt debía ocupar el primer lugar de la lista de La Libertad Avanza en la provincia de Buenos Aires y no, Diego Santilli, como solicitaron los apoderados de la fuerza oficialista. Esto alteró al elenco libertario, pues la experiencia política de Santilli es la que necesitan para remontar una elección que varios consideran estar por debajo de los 15 puntos respecto del peronismo, y no la joven Reichardt que carece de oficio político.

Pero si se repasa la historia familiar de la conductora, animadora y vedette hoy devenida política, en los pagos de Lanús recuerdan a Eliseo Vázquez, un ex concejal que militaba en las huestes de Manolo Quindimil, todo un símbolo de los “barones” del Conurbano, pero cuyo real referente era Antonio Cafiero, el ex gobernador bonaerense peronista.

El nombre que figura en la Justicia Electoral es el de Karina Celia Vázquez, verdadero nombre de Reichardt. Su padre Eliseo Vázquez fue durante años referente del PJ local. Y en tiempos del intendente Quindimil, se desempeñó como empleado municipal y en 2006 fue elegido presidente de la Asociación Mutual Trabajadores Municipales de Lanús. Su nombre integra la nómina de dirigentes que articularon el poder territorial del PJ en el distrito durante décadas

Eliseo militaba en la Liga Federal, donde era un referente, y fue electo concejal de Lanús en varias oportunidades. En el año 1991, Quindimil se tomó licencia para una intervención estomacal, por lo que le correspondía a Vázquez asumir su lugar en el municipio. Pero el duro Manolo no quería en su silla a alguien tan poderoso -ni más ni menos que el secretario general del sindicato municipal- por lo que el intendente hizo pesar su desconfianza y ordenó que Vázquez no asumiera. Como no había modo de impedir su asunción como edil de Lanús, entonces lo mandó a destituir, fiel al estilo recio de los “barones” que dominaban la escena política en el Conurbano en los años ’90. Casta era la de antes…



Fuente: www.clarin.com

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